Han pasado casi 500 años desde que la Patagonia fue descubierta y los apelativos para describirla siguen siendo similares a las palabras que usaron los primeros exploradores y naturalistas: exótica, lejana, extensa, de belleza infinita, salvaje e indomable.
La Patagonia chilena es una subregión de la Patagonia que se caracteriza por ser una inmensa biorregión que presenta una geografía muy variada lo que redunda en una gran diversidad de paisajes, climas y ecosistemas: montañas, fiordos, canales e islas al pie de la Cordillera de los Andes.
Un gran espacio de 240.000 km2 de superficie, es decir, el tamaño de un país como Reino Unido, pero donde la población no supera un habitante por km2 y donde el 50% del territorio es Área Silvestre Protegida. En la Patagonia chilena uno está enfrentado a la naturaleza salvaje, que nos inspira con sus paisajes a realizar actividades como pesca con mosca, trekking, ciclismo, montañismo, rafting, kayak y cabalgatas.
También nos enfrentamos a la inmensidad de Campos de Hielo, de donde descienden glaciares de gran belleza, la majestuosidad de sus montañas, como Torres del Paine, San Valentín y Cerro Castillo.
El colorido y extensión de sus lagos como General Carrera y O'Higgins, lo caudaloso de sus ríos como el Baker, Palena y Futaleufú, la variedad de ecosistemas que van de bosques impenetrables a extensas estepas de coironales y el enorme laberinto de fiordos y canales nos esperan para navegar y contemplar delfines y ballenas.
Entre tanta naturaleza, aparecen ciudades y pueblos pioneros como Coyhaique, Punta Arenas y Puerto Natales, donde se respira una historia ganadera y el estilo del gaucho de la Patagonia.
La región de la Patagonia chilena está habitada desde aproximadamente 10.500 años a.C. Los descubrimientos arqueológicos más importantes fueron encontrados en el sector de Monte Verde en las cercanías de Puerto Montt, y también en la cuevas Fell, Ci Aike y Pali Aike, cercanas al estrecho de Magallanes.